Se avecina una nueva era donde los aparatos serán controlados a través de ondas cerebrales y a la vez un nuevo paradigma de seguridad donde se podrán hackear cerebros.
Intel planea convertir a sus clientes en cyborgs capaces de controlar sus dispositivos electrónicos con la mente e implantarles un chip. Como diría Arthur C. Clarke "la tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia" y si los teléfonos celulares son el tecno sucedáneo de la telepatía, la interfaz entre el cerebro y las máquinas son la versión moderna de la telekinesis.
La más grande productora de chips y procesadores del mundo tiene pensado ofrecer esta tecnología para el 2020. Los científicos del laboratorio de investigación de Intel en Pittsburgh creen sus clientes se cansaran rápidamente de los teclados, mouses controles remotos y hasta los aparatos multi-touch (como el ahora grial iPhone) y que buscarán disociarse aún más de la materia ejerciendo dominio de ella con sus ondas cerebrales.
Para lograr esto se necesita decodificar y mapear la actividad cerebral, los científicos ya trabajan con resonancias magénticas para identificar patrones cerebrales con pensamientos similares en diferentes sujetos.
Este tipo de desarrollo tiene su vanguardia en Japón donde compañías como Toyota ya han logrado fabricar una silla de ruedas controlada con la mente; Honda ha logrado conectar el cerebro a un robot de esta forma manipulándolo con la mente; y ya se puede twittear sin mover un dedo. Todo esto puede servir como una enorme ayuda para permitir el desenvolvimiento social de personas discapacitadas.
Ahora bien este tipo de interfaz supone un nuevo problema de seguridad, en el sentido que la comunicación de ondas cerebrales podría ser bidireccional y vulnerable a un influjo externo. Se presenta la posibilidad de hackear el cerebro de los demás, incluso ser hackeado por un robot. Una nueva guerra de bits energéticos oscilando en el éter electrónico emitiendo comandos. No podemos más que imaginar una situación cómica donde alguien se mofa de su amigo haciéndolo entar en un loop, como en la película de Cronenberg Existenz, convirtiéndolo por una liga de tiempo en un robot, tal vez aplaudiendo con su cara o yendo repetidamente a cerrar la puerta como si fuera presa de una ciberespectral paranoia (algunos usarios de Wired se burlan de que es posible hackear un brazo para asesinar al presidente).
Por otra parte una posibilidad notable que tiene esta tecnología es la de envíar pensamientos positivos a distancia, por ejemplo, una amiga me dice por SMS que le duele la cabeza y se siente pésimo, en la actualidad yo le contestó enviándole sol metafórico o recomedándole que tome un té de loto azul; pero supongamos que tengo acceso a su implante, le puedo envíar literalmente ondas cerebrales alfa de relajación tal vez encriptadas con formas de pensamiento de vainilla. Ciertamente se abre una nueva dimensión comunicativa, una que, para ciertas tradiciones místicas, jamás se ha cerrado, simplemente se ha olvidado.
"The union of human and machine is well on its way. Almost every part of the body can already be enhanced or replaced, even some of our brain functions. Subminiature drug delivery systems can now precisely target tumors or individual cells. Within two to three decades, our brains will have been “reverse-engineered”: nanobots will give us full-immersion virtual reality and direct brain connection with the Internet. Soon after, we will vastly expand our intellect as we merge our biological brains with non-biological intelligence”, Ray Kurzweil.
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